Es sabido que el «libre comercio» sólo es esgrimido y practicado por las potencias capitalistas cuando ganan con el mismo, toda vez que se aseguran de no tener competencia a su altura. Pero cuando ocurre que pierden con el mismo, dejan de querer saber nada de tal «principio» supuestamente vinculado de forma esencial al capitalismo. Así, EE.UU. viene practicando sanciones económicas como una modalidad más de su Guerra Total, contra quienes le superan productiva y comercialmente, como China. También contra quienes no siguen sus directrices al pie de la letra. Hoy son más de una decena los países así agredidos por el Imperio, ante la pasmosa indiferencia de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y de la ONU. A la primera EE.UU. la tiene prácticamente en hibernación, porque sus reglas de «libertad» compercial ya no le son provechosas. La segunda simplemente da muestras de su subordinación imperial, pues las sanciones económicas contra otros países están expresamente prohibidas en su Carta. Causan enorme sufrimiento y muerte, pero como no son muertes en frentes de batalla armada, sino por falta de medicamentos, productos básicos, asistencia médica, alimentos… no salen en ningún noticiero. Se dan en la intimidad de cada hogar, de cada barrio, de cada rincón rural de los países agredidos.
Pero China tiene con qué responder.