EE.UU. no venció al nazismo, lo absorbió y lo distribuyó en centros estratégicos de la industria bélica, de la intelligentsia-espionaje, de la política internacional y de la OTAN (con algunos de sus secretarios generales provenientes del III Reich). [Gabriel Rockhill es de quienes mejor dan cuenta de ello en la actualidad: https://www.counterpunch.org/2020/10/16/the-u-s-did-not-defeat-fascism-in-wwii-it-discretely-internationalized-it/
EE.UU. montó la red Gladio en Europa para “limpiar” de comunistas el espacio “occidental” e intensificar la guerra contra la URSS. Atentados contra civiles para achacárselos a las organizaciones de izquierdas, sabotajes, asesinatos selectivos, generación de miedo entre la población… todo valía. En cada país se desarrolló de una manera. En el Reino de España desplegó una intensa red de apoyo y colaboración con los numerosos nazis afincados en el país [imprescindible aquí el libro de Alfredo Grimaldos, “La CIA en España”, que, ante el esfuerzo desvelador de la ‘democracia’ española, tuvo que ser editado en La Habana, en 2007 (afortunadamente se puede bajar en línea]. En el Portugal de Salazar Gladio ayudó a la eliminación de opositores; en Bélgica mató civiles indiscriminadamente, por ejemplo, pero fue en Italia donde se centró principalmente, para la guerra sucia al PCI y a las organizaciones de izquierda en general. Los atentados y matanzas allí adquirieron dimensión especial [el libro de Daniele Ganser, “Los ejércitos secretos de la OTAN: La operación Gladio y el terrorismo en Europa occidental”, lo relata con lujo de detalles (editado, ¿cómo no?, por El Viejo Topo)].
Hoy, que todo eso se sabe y se han escrito libros y desclasificado (algunos) documentos al respecto, nuestro bien engrasado y siempre sumiso-funcional sistema mediático mira para otro lado y sigue considerando a EE.UU. una democracia.
A los diferentes países europeos, cómplices, también.
Y hablando de complicidades, hace unos días hemos sabido la denuncia del que fuera por dos veces primer ministro italiano, Giuliano Amato, sobre el derribo en 1980 de un avión de Itavia, apuntando al gobierno francés, en el que pretendía ser un atentado contra Gadafi, hay que decir que como parte de las operaciones de la OTAN contra el líder libio, quien buscaba un África unida, con su propia moneda basada en el oro (unas 150 toneladas de ese preciado metal tenía Libia en sus arcas, al parecer). El avión llevaba 81 personas a bordo, pero supongo que eso es insignificante para la OTAN.
Ante estas sorprendentes y como siempre muy tardías revelaciones, ¿han montado en cólera nuestras democráticas instituciones y los media han experimentado un arrebato de búsqueda de la verdad y la justicia al respecto? Nada de eso. De momento al menos, parece que no. De nuevo nuestros medios de difusión masiva silban y tratan el terrorismo de la OTAN y de los diferentes Estados europeos como un mal aceptable e incluso beneficioso. Al fin y al cabo, son propiedad de quienes son (otro día entraremos en ello). [Ver por ejemplo este episodio de “Ahí les va”: https://www.ahilesva.info/].
Por cierto, tras la destrucción de Libia, conseguida tras décadas de intentos, el caos se ha extendido por todo el Magreb, el Sahel y el Máshrek. Empobrecimiento generalizado, millones de migrantes, refugiados, esclavos (sí, esclavos de veras) y la expansión de redes yihadistas-terroristas y paramilitares de la OTAN por cada vez más partes de África, han sido el resultado de esa “liberación” de Libia, que tantas izquierdas europeas aplaudieron.
Hasta que África ha empezado a reaccionar contra tanta barbarie. Etiopía, Eritrea, Somalia, Chad, Mali, Burkina Faso, Guinea, Níger… un polvorín.
Pero la utilización del fascismo-terrorismo como arma privilegiada de USA-OTAN y la Red Sionista Mundial sigue su curso ascendente.Editar