CALIBRANDO EL PRÓXIMO OBJETIVO DE LA GUERRA TOTAL
La capacidad estratégica, de movilización y de intervención de EE.UU. (con su implantación de bases y centros militares, laboratorios bacteriológicos, expansión de su flota por mares y océanos, así como servicios de inteligencia y control de gobiernos, para lo que cuenta con la ayuda del MI6 británico) hace difícil prevenir dónde, cuándo y cómo puede asestar el próximo golpe o abrir el siguiente frente de la Guerra Total. A veces puede producirse donde menos se espera. Argelia es desde hace tiempo un fruto goloso para el Imperio Occidental en su conjunto, por su posición estratégica en el frente del Sahel de la Guerra Total, por lo que significó para las luchas de emancipación mundiales, como por sus alianzas militares con las URSS hoy Rusia y sus vastos recursos energéticos.
Fuera del radar de los medios de difusión de masas e incluso de buena parte de las izquierdas altersistémicas más al tanto de las evoluciones bélicas del capital, es susceptible, quizás por eso mismo, de convertirse en el próximo objetivo de desestabilización. Obviamente, ese objetivo bien puede materializarse en Georgia, Moldavia, el corredor Zangezur en Nagorno Karabaj o incluso el Esequibo venezolano, entre otros (el Eje Anglosajón puede golpear en varios lugares a la vez).
En el caso argelino, a la postre se trataría de reemprender la ofensiva contra esa formación socioestatal que padeció a final del siglo pasado.
Aunque volveremos sobre ello más adelante, dejo hoy al respecto la lectura de la situación que hace el geoestratega marroquí Yahya:
“Argelia, un país que enfrenta un escenario delicado y peligroso. Las repercusiones de los eventos en el Levante árabe, especialmente la caída de Damasco, acelerarán la situación. Esto pone a los opositores de Argelia y a sus enemigos en una posición más cómoda, sin estrés, especialmente cuando se enfrentan a la soledad del escenario actual.
En cuanto a Túnez, podemos decir que es el «lado blando» de Argelia, aunque geográficamente se parece mucho. Además, Argelia mantiene muy buenas relaciones con el gobierno de Dabaiba en Trípoli, lo que también favorece su diplomacia. Desde 1988, Argelia ha estado bajo el microscopio de la hostilidad occidental. En ese entonces, informes de organizaciones internacionales, como el PNUD, destacaron que países como Argelia e Irak, debido a la armonía entre geografía, población y recursos naturales, podían salir del ciclo del Tercer Mundo.
Sin embargo, Irak fue destruido en 1990, y Argelia se sumió en un túnel oscuro durante la década de los 90, especialmente entre 1992 y 2002, cuando el país vivió su «década negra». Esta situación no solo fue un conflicto interno, sino también una lucha internacional. Los informes académicos, como los que mencioné en una conversación con un profesor, señalaban que Occidente ve a los árabes como atrasados y en un ciclo perpetuo de miseria, mientras que la realidad es que Argelia, con su experiencia en diplomacia y negociación, ha sido un actor clave en la región.
Argelia ha tenido una fuerte presencia diplomática desde su independencia, con acuerdos importantes como el de Evian. Además, el país ha acumulado experiencia en situaciones de conflicto, lo que le ha permitido desarrollar una inteligencia y un aparato militar de gran capacidad. Francia, y Occidente en general, prefieren que Argelia se mantenga en una posición subordinada, pero Argelia sigue siendo un actor independiente.
Es importante mencionar que, a pesar de la agresión y las dificultades internas, Argelia sigue siendo un país clave en la región. Su situación actual es difícil, con un ejército fuerte y una inteligencia poderosa, pero también está rodeada de desafíos provenientes de sus vecinos y de intereses internacionales. La historia de las intervenciones en la región, como la destrucción de Libia y la intervención en Siria, refleja la constante lucha de Argelia por mantener su soberanía frente a las potencias extranjeras.
Argelia también enfrenta un panorama económico complicado, con un sistema financiero que todavía depende del Banco Central de Francia, a pesar de haber logrado su independencia en 1962. Los recursos naturales de Argelia siguen siendo codiciados, y el país sigue siendo un objetivo para las potencias coloniales, como Francia.
A pesar de estas dificultades, Argelia se enfrenta a su futuro con una población joven y energética, con un 75% de su población menor de 30 años. Esto le da una vitalidad que puede ser tanto positiva como peligrosa, dependiendo de cómo se maneje. La situación actual es un desafío, pero Argelia tiene la capacidad de resistir y defender su soberanía.
En cuanto a las relaciones internacionales, el papel de Argelia en la crisis del gas y su influencia en Europa son factores clave. Argelia ha adquirido un nuevo protagonismo en el escenario global, especialmente con la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania. Francia, por otro lado, enfrenta una grave crisis interna, con un descontento generalizado que amenaza su estabilidad.
En resumen, Argelia sigue siendo un actor central en la región, con un poder militar significativo y una diplomacia firme, aunque enfrenta enormes desafíos tanto internos como externos. Su futuro dependerá de cómo maneje las tensiones regionales y las presiones internacionales. Como hermanos, debemos recordar que la unidad y la resistencia son claves para enfrentar los retos que se avecinan.”